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Gobernar lo ingobernable

En los proyectos descentralizados, ya sean protocolos como Bitcoin o aplicaciones como Uniswap, existen dos capas de gobernanza claramente diferenciadas. La primera de ella incluye todas las reglas del protocolo en sí. Poniendo como ejemplo a Bitcoin, estas reglas son los mecanismos de consenso que marcan cómo se proponen bloques, quién valida esos bloques y en definitiva, cuál es el proceso a seguir para añadir registros a la base de datos descentralizada.

La segunda capa, mucho menos evidente pero no por ello menos importante, consiste en qué procedimiento se sigue para proponer, aceptar e implementar cambios en el protocolo. Estos cambios pueden suponer desde resoluciones de bugs hasta variaciones de la política monetaria que sigue el protocolo.

Quién controla lo que hay que programar

Desde que Bitcoin saliera a la luz allá por 2009, la persona que decidía y en la mayoría de casos también implementaba actualizaciones en el protocolo era Satoshi Nakamoto. Esto fue así hasta su desaparición en 2011. Podríamos decir que durante esos años, a pesar de que Bitcoin ya se lanzó inicialmente con un diseño final, las decisiones sobre qué hacer y cómo hacerlo estaban fuertemente centralizadas.

Fue justo tras la marcha de Satoshi cuando se propuso por parte de Amir Taaki, y posteriormente actualizado por Luke Dash Jr., los Bitcoin Improvement Proposals o BIP.1 Este proceso pretendía dar luz a los pasos que había que seguir a la hora de proponer cambios y llevarlos a cabo.

Los BIP establecen una serie de pasos a seguir y estados por los que puede pasar una propuesta de cambio, así como qué stakeholders tienen que actuar en cada momento. Lo realmente importante de este proceso es conocer quién tiene la última palabra y esto recae en los Core Developers, que son los desarrolladores que tienen un conocimiento técnico suficiente como para poder efectuar cambios. De hecho, hay 5 personas que son las que tienen permisos para poder realizar commits en el repositorio de Bitcoin Core.2

Ethereum se inspiró en esto y en muchas otras cosas en Bitcoin, por lo que se estableció de manera análoga el procedimiento conocido como Ethereum Improvement Proposal o EIP. Sin embargo, el proceso en la práctica difiere bastante de Bitcoin ya que en este caso existen actores que lo hacen más complicado. Mientras que en Bitcoin las decisiones se analizan fundamentalmente desde el punto de vista técnico y teniendo muy en cuenta a los mineros, en Ethereum existe la Ethereum Foundation y los inversores.

En general, la gobernanza de Ethereum pasa por las manos de los desarrolladores, donde suele haber una figura que hace de coordinador. El problema radica en que este grupo a menudo está directamente influenciado por los actores previamente comentados y en ese sentido no hay apenas transparencia sobre cómo ni por qué se toman ciertas decisiones.3

Governance

Está escrio en Blockchain

Fuera de Bitcoin o Ethereum, otros protocolos han implementado otra forma de gobernanza que pretende ser más clara y transparente. La conocida como gobernanza on-chain 4. Este tipo de mecanismos registran en la propia blockchain las propuestas y son votadas por los holders de ese token.

En protocolos basados en PoW sería más complicado de implementar, ya que los mineros son un stakeholder muy importante pero quizás no se verían suficientemente representados. En cambio en proyectos basados en un token, puede ser muy útil.

Sin embargo, trae algunos peligros. Si el proceso definido según el cual abrir propuestas no es suficientemente robusto, pueden darse casos como los que vinos en el colapso de Luna o en el hackeo de Mango Markets. En ambos casos, actores maliciosos aprovecharon la situación para hacer propuestas que le beneficiaban directamente a él o que podían simplemente destruir el protocolo.

No cambiar nada es una opción

A pesar de que los mecanismos de gobernanza en Bitcoin y Ethereum puedan tener similitudes, lo que es cierto es que sus objetivos o visiones son totalmente opuestas. Bitcoin maximiza la seguridad. El proyecto se entiende como acabado prácticamente desde cuando se lanzó en cuanto a diseño se refiere y por tanto la mayoría de decisiones que se toman son muy conservadoras. Es prácticamente imposible cambiar algún aspecto fundamental del protocolo en Bitcoin.

En cambio Ethereum nació siendo prácticamente una prueba de concepto y con un roadmap hasta el día de hoy inacabado. Es un proyecto que maximiza la innovación. Por este motivo quizás las decisiones tienden a ser poco transparentes y centralizadas para que puedan ser ágiles.

Cada modelo tiene sus ventajas e inconvenientes y no sabemos hasta qué punto están preparados para lo que pueda venir. Si nos podemos imaginativos, en Ethereum esa poca transparencia y ausencia de mecanismo de consenso establecido podría suponer cambios drásticos en caso de que por ejemplo una red blockchain que soporte smart contracts empiece a ganar cuota de mercado a Ethereum. En ese hipotética situación, quizás tendrían que tomarse decisiones aún más drásticas y de forma más rápida de las que se han tomado hasta el momento.

También podemos imaginar qué puede ocurrir en el caso de Bitcoin si un grupo político obtiene suficiente poder y comienza a proponer algún tipo de cambio. Con poder aquí nos referimos tanto a intereses económicos como poder mediático dentro de la comunidad y estos hipotéticos cambios podrían venir desde cualquier ángulo: reducción del impacto medioambiental, cumplimiento regulatorio, cambios en la política monetaria para intentar conseguir que se utilice como dinero, etc.

En definitiva, veremos seguramente durante los próximos años situaciones que irán marcando y ayudando a mejorar a los mecanismos de gobernanza de los protocolos descentralizados.